Noticias Agrícolas
29 de enero de 2025 | 07:15

Un año estancada en el Senado ¿Qué significa y cómo podría impactar la Ley de greenwashing en Chile?

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La Ley contra el greenwashing es una herramienta fundamental para establecer estándares claros de transparencia en acciones ambientales de las empresas, sin embargo aún no se promulga.

Por Carla Candia y Andrea Bustos.- 

La Ley contra el greenwashing en Chile se presenta como una herramienta fundamental para establecer estándares claros de transparencia en acciones ambientales de las empresas. Sin embargo, desde que fue aprobada, hace un año,  en la Cámara de Diputados y Diputadas de Chile, no se han presentado movimientos respecto a su promulgación.

El greenwashing es una estrategia de marketing que utilizan algunas empresas para hacer creer que son más sostenibles de lo que realmente son. También se le conoce como "lavado de imagen verde". es una práctica engañosa que puede afectar la toma de decisiones de los consumidores. 

María Paz Avilez

En la actualidad, el hecho de que no exista un ente regulador en el correcto funcionamiento de la sostenibilidad en las organizaciones, crea una desconfianza latente. Es por esto que la Ley contra el greenwashing “regula la eliminación de frases genéricas como 100% sostenible o producto ecológico sin justificación clara, es decir, sin información clara y verificable, combatiendo esas malas prácticas”, comenta María Paz Avilez, gerente general y co-founder de aBanza, consultora experta en sostenibilidad.

Los consumidores de hoy exigen transparencia y autenticidad en las acciones de las compañías. Incluso, un 52% de los compradores están dispuestos a pagar más por productos sostenibles, según el estudio reciente publicado por El Observatorio Cetelem.

La ley de greenwashing se pondrá en acción, por ejemplo, cuando una empresa o negocio menciona que el producto o servicio que venden es “100% reciclable”, cuando no lo es y no tienen pruebas verificables de que así sea.

El proyecto establece que las empresas no podrán publicitar su sustentabilidad si han sido condenadas por daño ambiental o sancionadas por la Superintendencia de Medio Ambiente por infracciones graves o gravísimas, lo que refuerza la necesidad de actuar con coherencia y responsabilidad en sus operaciones y comunicación.

En Europa la Directiva 2024/825 es más estricta en prohibir la exhibición de distintivos de sostenibilidad sin un sistema de certificación reconocido. Y si bien, actualmente en Chile, la legislación se encuentra dando un paso importante al exigir que las afirmaciones ambientales sean respaldadas por datos verificables.

Los desafíos a experimentar tras la aparición de este proyecto de ley son “la falta de conocimiento técnico en sostenibilidad en general y en estándares globales como GRI, ISO, y otros marcos necesarios para respaldar afirmaciones ambientales de forma sólida” , enfatiza la experta.

Sin embargo, los pasos recomendados desde aBanza son capacitar a los equipos internos en estándares internacionales; adoptar tecnologías de trazabilidad que faciliten la recolección y verificación; y colaborar con partners estratégicos con expertise que guíen el proceso de implementación en estrategias sostenibles.

Una vez la ley sea promulgada, Chile podría ser uno de los líderes en la región latinoamericana en ahondar en esta problemática, dando el ejemplo para que los demás países comiencen a integrar estas buenas prácticas, en cuanto a la sostenibilidad de sus negocios.

Además, ante las negligencias que evidencien los consumidores “no solo deben exigir mayor transparencia en las declaraciones ambientales de las empresas, sino también tomar un rol activo como agentes de cambio" destaca la Gerente General y co-founder de aBanza.

Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) establecer una economía circular en países como Chile, Colombia, México y Perú podría resultar en incrementos en el PIB entre 0,9% y 2,2% y aumentos en el empleo entre 1,2% y 2,1% para el año 2030, reduciendo de las emisiones de gases de efecto invernadero en un rango del 0,4% al 7,3%.

Debido a lo anterior, las regulaciones en los campos de sostenibilidad y sustentabilidad están cada vez más en la contingencia, ya que representan un compromiso tangible con la transparencia hacia el consumidor, junto con la esperanza de un futuro mejor, lo que logra una sincronía perfecta para avanzar a una economía sostenible.

Concepto Greenwashing o lavado verde

La mala práctica en publicidad medioambiental se conoce como Lavado Verde de Imagen o Ecolavado, “Greenwashing” en inglés. El concepto tiene origen en 1986 cuando el ambientalista Jay Westerveld evidenció la incoherencia entre las prácticas de reciclaje de toallas de un hotel que al mismo tiempo estaba ampliándose y destruyendo un ecosistema en Fiji. 

Luego Nancy E. Furlow (2010), académica de la Universidad de Marymount de Estados Unidos define el concepto como “entrega de información falsa o insuficiente por parte de una organización para presentar su imagen pública como responsable ambientalmente”. 

El greenwashing es una estrategia publicitaria que no se condice con el proceso productivo de la empresa, no tiene mejora significativa en el medio ambiente y solo busca reportar réditos comerciales, sin alterar su proceso productivo, o en palabras de la Comisión Europea “la práctica por la cual las compañías dicen hacer más por el medio ambiente de lo que realmente hacen”.

En 2020 fueron sistematizadas, traducidas y contextualizadas a nuestro país por Fundación Basura a modo de alertar a la población sobre la práctica del greenwashing:

 1. Utilizar palabras que evocan una imagen amigable con el medio ambiente. Las más usadas son: sustentable, biodegradable, natural, orgánico, eco/ecológico, verde, bio, compostable, reciclable, amigable. 

2. No poseer ninguna certificación oficial que avale la o las palabras. Si tienes duda de la veracidad de la certificación, siempre puedes consultar este documento o en internet. Debes saber que solo existe certificación para los términos BIO, ECO y orgánico, la cual es la misma Biodegradable y reciclable, son las únicas que se rigen por una norma. 

3. Utilizar afirmaciones confusas. Esto es, conceptos ambiguos que no son claros o pueden ser interpretados de diversas maneras. No recurren a fuentes que avalen la afirmación, no ofrecen documentación y/o son cifras sin respaldo ni base de comparación. 

4. Hacer uso de afirmaciones exageradas. Refuerzan una característica pequeña ambiental del producto, pero lo vinculan 3 un impacto más relevante de lo que es. Además, solo muestran una característica, cuando las demás pueden ser perjudiciales para el medio ambiente. 

5. Realizar afirmaciones falsas. Por ejemplo, afirman que el envase es 100% reciclable, cuando en el país donde se vende no recibe esos envases. Otro ejemplo es que, cuando envases de plástico están en contacto con aceite, como el de mayonesa, ya no pueden reciclarse. Debes averiguar sobre qué envases son realmente reciclables en tu país y en qué condiciones. 

6. Utilizar imágenes sugerentes. Por ejemplo, abusan del color verde o de paisajes naturales, cuando es totalmente irrelevante a la hora de evaluar el proceso completo durante el ciclo de vida del producto. 

7. Declaraciones irrelevantes. Por ejemplo, que la marca es la “mejor” de su rubro, la que “menos contamina”, la “más sustentable”, entre otras cuando, nuevamente, no es relevante si no se transparenta el nivel o magnitud de contaminación e impacto que tiene en el medioambiente o la salud.


 

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