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3 de febrero de 2025 | 04:52Video: Impacto de los insectos no nativos en cultivos hortofrutícolas
La Universidad de Talca nos comparte un estudio de cómo está afectando por ejemplo las polillas de la familia Tortricidae.
Un estudio interuniversitario reveló que más de 600 especies de insectos se han establecido en Chile, afectando cultivos y plantaciones. Entre ellas, las polillas de la familia Tortricidae, las cuales han causado graves daños en la fruticultura de la zona central.
Los tortrícidos adultos son polillas pequeñas, cuya extensión alar varía de 12 a 25 mm. Externamente se reconocen por presentar escamas erectas en la cabeza, un par de ocelos y chaetosemata (órgano sensorial con forma de alfilerero). La proboscis está bien desarrollada y no presenta escamas en su base; los palpos labiales son usualmente rectos y están bien desarrollados. Las alas tienen forma subrectangular, con cilios cortos, y en reposo se mantienen como techo sobre el cuerpo.
En Chile esta familia está representada por 88 especies, agrupadas en 27 géneros, la mayor parte de ellos son endémicos y están incluidos en la subfamilia Tortricinae. Algunos géneros como Proeulia y Ptychocroca (Tortricinae) son particularmente diversos. De Proeulia se conocen 38 especies, mientras que de Ptychocroca se conocen 8. Tres especies de Proeulia, P. auraria, P. chrysopteris y P. triquetra, tienen importancia económica, pues sus larvas atacan brotes, follaje, flores y frutos de algunas especies frutales. En la subfamilia Olethreutinae se incluyen varias especies introducidas consideradas plagas, tales como la polilla de la manzana (Cydia pomonella), la polilla oriental de la fruta (Cydia molesta), la polilla del poroto (Epinotia aporema), la polilla del racimo de la vid (Lobesia botrana) y la polilla del brote del pino (Rhyacionia buoliana).
Las larvas de estas polillas se caracterizan por perforar órganos vegetales y realizar galerías en los tejidos de tallos, brotes y frutos, aspecto que dificulta su control. Entre las medidas destinadas a su manejo destacan la aplicación oportuna de insecticidas (sobre huevos y larvas recién nacidas) y el uso de controladores biológicos, principalmente diversas avispas parásitas (Hymenoptera).
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