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Por Redacción , 14 de junio de 2024 | 06:45

Columna: En el problema del agua se trata de todo, menos del agua

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Nos ha faltado la capacidad de llegar a acuerdos que nos permitan construir una mirada compartida sobre los recursos hídricos y así poder avanzar en las soluciones, dice Claudio Reyes.

Por Claudio Reyes Hurtado, Coordinador Diplomado Planificación Estratégica de Recursos Hídricos UCSC y consultor senior en AWUA 

Eso dijo Lynton en 2007, para sorpresa de muchos. Pero es así, y cuando hablamos de problemas de acceso al agua debemos centrarnos en los efectos que la sequía ha tenido sobre cada uno de nosotros. El problema del agua es, entonces, un problema de seguridad hídrica. 

Claudio Reyes 

La seguridad hídrica consiste en la capacidad de proveer de agua en cantidad y calidad a las personas, las producción, los ecosistemas y de manera resiliente frente a eventos extremos. Cuando esto falla, llegan los camiones aljibe, los agricultores pierden sus cultivos y migran al sur, secamos los ríos y ecosistemas y nos olvidamos de que cuando llueve los ríos crecen y reclaman terrenos que por derecho les pertenecen.

“Señor, concédeme serenidad para aceptar todo aquello que no puedo cambiar, valor para cambiar lo que soy capaz de cambiar y sabiduría para entender la diferencia”, decía antes Reinhold Niebuhr.

Desde nuestro pequeño y expuesto lugar en el mundo, si bien hemos sido avanzado mucho en la mitigación del cambio climático (lo que no podemos cambiar), nos hemos rezagado en la adaptación (eso que sí debemos cambiar). Nos ha faltado la capacidad de llegar a acuerdos que nos permitan construir una mirada compartida sobre los recursos hídricos y así poder avanzar en las soluciones.

Algunos ejemplos. Somos líderes en acceso al agua potable y saneamiento a nivel mundial, pero nos tardamos más de 10 años en construir un APR. Lo mismo que una planta desaladora, y ni hablar de los embalses de riego, que tardan en promedio 50 años. Ah, y las Normas Secundarias de Calidad Ambiental pueden tardar hasta 15 años. O más. Tenemos un problema de gestión y modernización del Estado.

Por otro lado, la modificación o contaminación de espacios naturales amenaza con reducir drásticamente los servicios ecosistémicos, y así perder la capacidad de almacenar carbono, depurar las aguas, y en general para abastecernos de comida y materiales, regular el clima y alimentar el alma. Tenemos también un problema de protección de nuestros ecosistemas.

Es que así no se puede.

Así las cosas tenemos dos fuerzas contrapuestas, que se anulan entre sí; porque al final del día ni nos desarrollamos ni protegemos a la velocidad que se debe.

Nos falta la sabiduría para poder conciliar ambas miradas en un espacio común, seguro y con futuro.

La paradoja es que no es por falta de conocimiento o financiamiento. Tenemos un problema de mentalidad, por lo que antes de señalar qué es lo que otros deben realizar para abordar este problema, debemos mirarnos al espejo y preguntarnos qué es lo que nosotros mismos debemos cambiar para avanzar en la solución.

Porque el problema del agua se trata de todo, menos del agua.

El problema del agua somos nosotros mismos.
 

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