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28 de octubre de 2024 | 05:27Tecnología y gestión de riesgo: Claves para la viticultura
Frente a los desafíos de la industria del vino en los próximos años, la automatización de operaciones financieras internacionales mediante la tecnología, la eficiencia y la gestión del riesgo permitirán a las empresas evolucionar y adaptarse.
Por Alfonso Molinare, Country Manager de Ebury en Chile.-
La industria del vino chileno, históricamente pujante, ha tenido unos años complejos. Un indicador que hace evidente esto es la propia producción del sector: Un reciente informe del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) reveló que la producción total se desplomó un 15,6% respecto a 2023, alcanzando 930.653.773 litros.
Esta cifra no sólo confirma la tendencia a la baja del año anterior, sino que marca el nivel de producción más bajo en 17 años, según los propios registros del SAG.
Las causas son multifactoriales y aquí podemos nombrar algunas: El cambio climático, con sus sequías prolongadas y eventos climáticos extremos, ha mermado la producción de las viñas.
A esto se suma un contexto económico global adverso que ha afectado la demanda, marcado por una inflación global que alcanzó el 8,7% en 2022 y 6,7% en 2023 (FMI, 2024), y un alza sostenida en los costos de producción, factores que erosionan la rentabilidad del sector.
En este escenario complejo, la capacidad de cambio y de adaptación, junto con la búsqueda de mayor eficiencia se vuelven cruciales para la supervivencia de las empresas. En particular si nos enfocamos en los costos y los riesgos financieros asociados a la industria del vino a nivel global podemos evidenciar cómo la gestión del riesgo de tipo de cambio y la eficiencia transaccional pueden ayudar a las empresas a mejorar sus márgenes y reducir la volatilidad del EBITDA.
Primero, la tecnología que se está desarrollando en particular en la industria fintech permite reducir los costos transaccionales y hacer más eficientes los procesos administrativos en diversas actividades financieras.
Por ejemplo, plataformas que permiten a las empresas exportadoras la gestión de recaudación, de pagos y cambio de divisas en un sólo lugar, de forma ágil y a bajo costo. Todo esto bajo un control transaccional, que facilita la auditoría y un nivel de seguridad robusto que no tiene nada que envidiar a la banca tradicional bajo un marco regulatorio en Chile como en el extranjero.
Segundo, la capacidad de las empresas de mitigar el impacto de la volatilidad cambiaria es un factor crítico, considerando que las exportaciones representan un porcentaje considerable de los ingresos del sector vitivinícola. A nivel global vemos que las empresas están cada vez más disciplinadas en su gestión de riesgo cambiario, implementando políticas que están acordadas por los distintos stakeholders (directorio, finanzas, área comercial) y que permiten reducir la volatilidad de los resultados de una forma metódica y consistente en el tiempo, dando visibilidad y capacidad de planificación financiera.
Los seis pasos fundamentales en el diseño de una política de gestión del riesgo cambiario que son práctica habitual en mercados desarrollados son:
(i) Identificar: los flujos de ingresos y egresos en cada divisa para establecer la exposición total y en función de la volatilidad cambiaria construir escenarios de riesgo durante el periodo presupuestario
(ii) Establecer: el apetito por riesgo cambiario de la empresa, en función de (i) decidiendo qué porcentaje cubrir o dejar expuesto a mercado en función de los parámetros del negocio.
(iii) Diseñar: una estrategia de cobertura en función del porcentaje considerando plazos de cobertura y tiempos de ejecución.
(iv) Ejecutar: las coberturas en el mercado siguiendo una estrategia disciplinada de acuerdo con la política establecida
(v) Monitorear: el cumplimiento de la política en el día a día, y
(vi) Revisar: en cada periodo el resultado de la política para discutir con los stakeholders y ver si ésta requiere de ajustes.
Frente a los desafíos que enfrenta la industria del vino en los próximos años, la automatización de operaciones financieras internacionales mediante la tecnología, la eficiencia y la gestión del riesgo permitirán a las empresas evolucionar y adaptarse, fortaleciendo las áreas de operaciones financieras y tesorería que tienen impacto directo en la última línea.