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16 de octubre de 2024 | 07:30La amenaza de la bactería PSA presente en el kiwi ataca la madera, la flor y el botón
Esta plaga afecta a variedades como Hayward, Summer Kiwi y Green Light, Hort 16-A, Jintao, entre otras, y está distribuida entre las regiones Metropolitana y Biobío.
Por María Eugenia Yaconi.-
Si bien, la bacteria Pseudomonas syringae pv. actinidiae (PSA) estuvo bajo control oficial desde el año 2011 hasta el 2020 en Chile, actualmente la condición fitosanitaria en el país es de “plaga presente”, distribuida entre las regiones Metropolitana y Biobío y como su diseminación por material de propagación es relevante continuará siendo plaga reglamentada para el kiwi (Actinidia spp.).
Esto, debido a que la bacteriosis del kiwi ataca tanto a las variedades verdes como amarillas, aunque estas últimas han sido las más afectadas por su mayor susceptibilidad natural, lo que ha impedido el buen desarrollo de estas variedades en Chile.
Este año, las condiciones climáticas, principalmente la serie de heladas polares que se manifestaron durante el invierno, fueron el gatillante para la propagación de esta enfermedad. Es así como en muchas zonas donde tradicionalmente no se habían manifestado ataques de PSA, hoy se encuentran con una incidencia o expresión de síntomas de PSA muy alto en comparación a otras temporadas, no sólo por el nivel de daño sino también por su extensión.
Raimundo Cuevas, Gerente Técnico de Abud & Cía., explicó que “hemos encontrado que hay una directa relación entre la sintomatología asociada a la intensidad de las heladas. Existen zonas como Peumo que tuvieron muy pocas heladas o muy bajas donde el daño es prácticamente mínimo y donde tuvimos muchas heladas hay un mayor daño en una relación directa”. (Ver gráficos)
Además, el asesor de Abud manifestó que, “con las heladas polares que tuvimos en invierno, principalmente en julio, hubo huertos que pasaron en total más de 100 horas con temperaturas bajo cero acumuladas y con mínimas que llegaron a los -4°C, entonces, en una planta que no está muy adaptada a la helada, esto generó debilitamiento, daño, micro fisuras que hicieron que la bacteria pudiera expresarse y ser muy virulenta”.
Los síntomas se expresan entre los meses de agosto y septiembre, coincidiendo con el lloro de las plantas, donde comienza a notarse una exudación de savia roja, asociada a cortes de poda, ramas quebradas, heridas por alambre, etc.
“Podemos ver las consecuencias de la PSA en cargadores muertos, en brazos muertos en plantas que no brotan o brotaciones muy disparejas, lo cual claramente va a afectar la estimaciones de la producción, la mayoría de las plantas pueden recuperarse y volver a brotar, pero claramente hay un daño en el número de brotes que es irreparable, brotes que deberían venir con fruta y que ya después el rebrote que viene, no viene con fruta y eso se pierde”, agregó el Gerente Técnico de Abud.
Agregó que “las plantaciones nuevas (de 1 a 4 años) se han visto muy afectadas, mostrado una mayor susceptibilidad a esta patología. Hemos visto daños que van desde un 10 a 15% hasta un 50% de daño en plantas que colapsan completamente o que hay que volver a formarlas porque comienzan a brotar desde abajo, pero también se ha encontrado la enfermedad en plantaciones maduras, por lo que es importante estar atentos a los posibles daños”.
Por otra parte, Raimundo Cuevas, hace un llamado a estar muy atentos, ya que “la carga de bacterias que queda en el ambiente es alta y estamos con una primavera húmeda o con eventos de lluvia que son propicios para el desarrollo del tizón y desde esta fecha en adelante, el tejido que es más susceptible es el botón floral o la misma flor, lo que nos puede afectar de forma importante la producción. Es por esto, que hay que hacer un manejo bien agresivo y periódico con bactericida, que puede ser sulfato de cobre pentahidratado o antibióticos, junto con fortalecer las defensas internas de la planta”.
Es importante destacar que la amenaza de la PSA sigue latente tanto para el botón como para la flor, por lo que es fundamental ser muy minuciosos en la aplicación del programa fitosanitario para cuidar las posibles pérdidas en la producción.